viernes, 31 de julio de 2009

Los universitarios a las urnas

LOS universitarios tenemos el 20 de enero la oportunidad de expresar una opinión clara y vertebrada acerca del conflicto que vive nuestra casa de estudios desde hace nueve meses. La que fue llamada ?mayoría silenciosa?, puede recobrar la voz para expresar su auténtica postura frente a los caminos propuestos por el rector para levantar el paro y emprender la necesaria transformación de fondo de la UNAM.

Poco a poco se han agotado los argumentos que a través de los meses sirvieron a los paristas para tratar de ganar las simpatías de sus compañeros, maestros e investigadores. A medida que las autoridades universitarias han dado respuesta satisfactoria a su pliego de peticiones, dentro del marco legal de la institución, ha quedado al descubierto la intención de un pequeño grupo radical de prolongar, a cualquier costo, la suspensión de labores.

La mayor parte de quienes inicialmente apoyaron el paro, se muestran hoy satisfechos con la propuesta del rector, su actitud abierta e indudable disposición para llegar al fondo de las causas que enfrentan a distintos actores dentro de la Universidad y la alejan cada día más del compromiso que tiene con el país.

Mantener cerrado el más importante centro de investigación y estudios superiores con que contamos no beneficia a nadie; México dejó de preparar a buena parte de sus jóvenes y éstos, sobre todo los de escasos recursos, ven canceladas sus posibilidades de adquirir una preparación que los inserte ventajosamente en el mercado laboral.

La educación es la mejor vía para atenuar la iniquidad social y recuperar la permeabilidad que propició, hace algunas décadas, la formación de fuertes clases medias, hoy debilitadas por circunstancias que todos conocemos; renunciar a su permanente actualización y mejoramiento es condenarnos a la dependencia inevitable y a la pobreza creciente de la mayor parte de la población. De hecho, es la calidad de la educación, y el nivel de escolaridad de la mayoría, lo que determinará la viabilidad de la nación.

Frente a los requerimientos de un mundo cada vez más interdependiente, la velocidad de los cambios científicos y tecnológicos, así como la necesidad de superar los viejos y nuevos rezagos que nos impiden buena calidad de vida, toda la sociedad debería estar preocupada por la inactividad de la UNAM; el conflicto no deja afuera a nadie porque sus repercusiones comprometen el destino de toda la educación pública superior y, por ende, el de la nación misma.

En cerca de 80 asambleas celebradas por el rector en otras tantas escuelas, facultades e institutos con académicos y alumnos, a las que también asistieron estudiantes paristas, se delinearon los criterios que orientaron la propuesta del rector De la Fuente, aprobada por la casi totalidad de los miembros del Consejo Universitario. No se trata de una posición construida sobre las rodillas, ni esconde propósitos perversos; persigue, como claramente lo ha reiterado la rectoría, el objeto de solucionar el conflicto sin vencedores ni vencidos, con las condiciones adecuadas para que en un clima de armonía y abierta participación se sienten a la mesa del diálogo los representantes de quienes integran la comunidad universitaria para diseñar la Universidad del presente y del futuro.

Por eso el punto más importante de la propuesta del rector es la realización del Congreso Universitario. La suspensión de las reformas al Reglamento de Pagos, el compromiso de analizar lo relativo al límite de permanencia y el pase automático, la suspensión de la relación de la UNAM con el Ceneval (asuntos, los tres últimos, que serán materia de discusión en el Congreso Universitario), el retiro de las sanciones internas a paristas y la solicitud a instancias externas para que procedan similarmente y la revisión del funcionamiento de los cuerpos de seguridad de la institución, resuelven favorablemente casi todas las peticiones del famoso pliego de los seis puntos para levantar el paro.

Podemos decir, de entrada, que los paristas han conseguido casi todas sus peticiones sin que ello signifique debilidad de la autoridad universitaria que ha efectuado una acertada ponderación de los intereses de la comunidad universitaria, y de la sociedad en general, para privilegiar el reinicio de labores y la celebración del Congreso Universitario, siempre en el marco de la normatividad que regula el funcionamiento de la casa de estudios.

Empero, el rector ha decidido ir más allá de la obligación de someter su propuesta a la máxima autoridad de la institución, el Consejo Universitario; no ha querido que en algún sector de la sociedad exista la sospecha acerca del grado de aceptación de la comunidad sobre el planteamiento que ella misma diseñó en las reuniones que encabezó. Ello explica la convocatoria a toda la comunidad de la casa de estudios al plebiscito que mañana se efectuará con el compromiso del doctor De la Fuente de aceptar el resultado, cualquiera que éste sea.

La respuesta a dos simples, pero esenciales preguntas, puede definir el futuro de la Universidad: ¿Usted apoya o no la propuesta? ¿Considera usted que con esta propuesta debe concluir o no debe concluir la huelga en la Universidad? Más claro ni el agua. Además, para impedir injerencias extrañas a la Universidad, es preciso figurar en el padrón integrado por alumnos, profesores, investigadores y trabajadores; ninguna persona extraña podrá votar; el proceso es vigilado por una organización no gubernamental, Alianza Cívica, con vasta experiencia en elecciones; el escrutinio y cómputo será supervisado por notarios de la zona metropolitana y distinguidos intelectuales avalarán la imparcialidad del proceso, en general.

Esta es una invaluable oportunidad para que los universitarios se pronuncien por lo que verdaderamente quieren para su institución educativa. Su afluencia a los centros de votación debe despejar cualquier duda acerca de la conveniencia o inconveniencia de mantener cerrada la UNAM. Confiemos en que la sensatez se impondrá, que prevalecerá la razón y que los universitarios, cualquiera que sea su ideología, el credo o la filiación partidista de cada uno logremos construir, por encima de nuestras diferencias, los consensos necesarios para anteponer los valores académicos a los intereses de grupos, facciones y feudos de poder que poco ayudan y mucho estorban para que la UNAM cumpla a cabalidad el compromiso que tiene con México.

* El autor es presidente del Patronato de la UNAM.


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