lunes, 13 de julio de 2009

Sobre el pase reglamentado

En su comentario de la semana pasada sobre el pase reglamentado en la UNAM, Javier Flores señala con razón que entre profesores y autoridades de nuestra casa de estudios existe la tendencia a considerar que los estudiantes son la fuente de todos los males que aquejan a la institución. ``Asà --nos dice-- los problemas de la UNAM se deben al bajo nivel académico de los educandos y a que son unos revoltosos y los problemas educativos de México se deben a que somos un paàs de reprobados y retrasados mentales incapaces de sacar un 7 o un 6 en el examen de la secundaria o del Ceneval''. Javier añade que a esta postura se agrega el ocultamiento de las deficiencias existentes en el sistema educativo nacional. Estoy de acuerdo con Javier, pero me parece que eso es sólo una parte del problema. Desde luego, en el artà culo que comento se acepta que el pase automático cancelado a las preparatorias populares era una aberración y Javier se congratula de que se haya suspendido, aunque en esas escuelas la baja calidad de la enseñanza es todavà a más grave que en las dependientes de la UNAM, lo que resultaba en alumnos pésimamente preparados.

Además, en mi experiencia de casi 50 años de profesor de licenciatura en la UNAM, yo he tenido cientos de excelentes alumnos provenientes no sólo de las prepas universitarias sino de muchas otras, públicas y privadas, con una excelente preparación, que han hecho carreras brillantes y hoy son profesionistas de primera là nea, de manera que a pesar de sus deficiencias, la educación media de México sà es capaz de formar y orientar a un buen número de jóvenes, siempre y cuando estén interesados en prepararse en forma adecuada para continuar con sus estudios de licenciatura. Pero como ocurre en todas las poblaciones humanas, la distribución del interés y la motivación no es homogénea para todos sus miembros; hay unos más estudiosos y trabajadores y otros más flojos y vagos.

Estoy de acuerdo con Javier en que es indispensable reconocer las deficiencias de nuestro sistema educativo, enfrentarlas con decisión y sin demagogias, y hacer un esfuerzo real por superarlas. Pero eso no implica desatender el grave problema de la masificación de la enseñanza universitaria, sobre todo cuando un grupo grande de malos estudiantes logra llenar el cupo de las diferentes escuelas y deja fuera a otros más motivados y con mejores posibilidades de salir adelante, sólo porque los primeros ya estaban inscritos en los CCH y las prepas de la UNAM. Es indignante que muchos excelentes estudiantes, que obtienen calificaciones superiores a 9 en el exámen de admisión, se queden fuera de las aulas de la UNAM porque, con el sistema de pase reglamentado, nuestra casa de estudios está creando estudiantes de primera y de segunda no sobre bases académicas (como deberà a hacerlo) sino sobre bases burocráticas. No existe ninguna justificación para haber abolido la vergüenza que era el pase automático, y conservar la vergüenza que es el pase reglamentado.

No se trata, como dice Javier, de que ``la Universidad no confà a en la Universidad''. El examen con que terminan el CCH y las prepas de la UNAM es tan bueno o tan malo como el de las escuelas no universitarias, y de ninguna manera garantiza que el estudiante va a aprovechar la enseñanza superior. Para aspirar a elevar su excelencia académica, la UNAM debe aceptar que su calidad nunca será mejor que la calidad de sus alumnos y de sus profesores, y debe preocuparse por seleccionar de la manera más rigurosa a los más capacitados, vengan de la escuela que vengan. En mi opinión, todos los aspirantes a ingresar a una licenciatura en la UNAM deberà an tomar el mismo examen de admisión y los cupos en las distintas escuelas deberà an llenarse con los mejores. En nuestra casa de estudios no debe haber lugar para la discriminación de ningún tipo, excepto en base a la calidad académica. Esta tendrà a que ser la primera lección que deberà an aprender todos los universitarios.

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