sábado, 18 de julio de 2009

Telesecundarias, el punto más crítico del sistema educativo, revela Ceneval


Las telesecundarias son el punto más crítico del sistema educativo nacional, pues aunque su matrícula creció 105 por ciento en la última década, aún no representan una opción académica de calidad para más del millón y medio de adolescentes pobres que se preparan en ellas.
Estos alumnos tienen menos posibilidades de acceder al bachillerato, porque su ingreso familiar per cápita mensual de 500 pesos y el analfabetismo de sus padres, entre otros factores, los condenan al fracaso escolar, ya que están en perpetua desventaja frente a sus compañeros de secundarias generales o técnicas.
Así lo demuestran los resultados obtenidos por los egresados de las telesecundarias en el Examen Nacional e Ingreso a la Educación Media Nacional (Exani-1), analizados por las investigadoras Carmen Noriega y Annette Santos, en Un Acercamiento a las Telesecundarias con Base en los Resultados de sus Alumnos en el Exani-1, editado por el Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval).
Las especialistas establecen que tanto en todas las áreas evaluadas en el examen, como en el porcentaje global de aciertos, los estudiantes de telesecundaria logran promedios significativamente inferiores a los de alumnos de secundarias generales o técnicas.
“Las mayores diferencias se observan en Habilidad matemática, Biología, Química y Español; las menores en Matemáticas y Física. Las desviaciones estándar tienden a ser ligeramente más pequeñas en la modalidad de telesecundaria”, precisan.
El promedio mensual de ingresos per cápita de las familias de los alumnos de telesecundaria es de 429 pesos, mientras los de tipo general es de 800 y de técnicas de 776 pesos; el número de hermanos promedio es de 4.5 en telesecundarias, frente al 3.6 de técnicas y 3.4 de generales.
Además, el porcentaje de alumnos de telesecundaria que trabajan es de 18.5 por ciento, lo cual es mayor a los de secundarias técnicas y generales, que promedian 13.5 por ciento.
Entre los sustentantes de telesecundaria, el 15.3 por ciento declaró que su lengua materna era indígena; en contraste, esto es cierto sólo para ocho de cada 100 alumnos de secundarias generales y para el 9.5 por ciento de técnicas.
Respecto a la escolaridad de sus madres, se observa que la mayoría de quienes tienen a sus hijos en telesecundaria no sabe leer, o si lo hace jamás fueron a la escuela; en el mejor de los casos cuentan con algún año de primaria, y esta es una realidad para el 63 por ciento de los estudiantes.
Las expertas observan en esta análisis, contenido en el libro Evaluación de la Educación en México. Indicadores del Exani-1, que las escuelas con menores rendimientos académicos son as ubicadas en las zonas más marginadas, donde incluso hay maestros que deben atender varios grados a la vez, pese a que el modelo de telesecundaria no está diseñado para eso.
Las telesecundarias que más aciertos logran se quedan en un máximo de 78 y 47 por ciento, y las que menos obtienen están entre 28.4 y 14.1, por ciento.
Precisan que los datos demuestran la profunda asociación entre las condiciones sociales, económicas y culturales de los estudiantes y sus resultados escolares, pero añaden que hay una corresponsabilidad del sistema educativo en la reproducción de las desigualdades sociales.
“La marginación de los jóvenes se acompaña de una oferta pobre, que se vive incapaz de compensar tales desigualdades y lograr resultados de aprendizaje equiparables a los de los más afortunados”, explican las especialistas.
La telesecundaria, recuerdan, fue creada para llevar educación a las comunidades más pobres a menor costo, pero a 36 años de su creación “es impostergable el cuestionamiento por la capacidad compensatoria de esta modalidad y por los recursos de enseñanza, humanos y financieros, que deben acompañar su operación, si el derecho de los más pobres a recibir educación de calidad ha de asumirse como imperativo social en este país.
“El hecho que algunas escuelas obtengan buenos resultados –resaltan–, a pesar de las condiciones de pobreza en las que trabajan, muestran que la marginación no es un obstáculo infranqueable para el sistema educativo y que los pobres pueden tener éxito académico; es probable que en estas escuelas suceda algo extraordinario y sin duda tienen mucho que enseñar sobre cómo impulsar procesos de calidad en contextos desfavorecidos”.

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